La Isla de San Simón conforma, junto con la de San Antón y otros islotes menores, como los de Corveiro, San Bartolomé y San Norberto, el archipiélago de San Simón, perteneciente a la parroquia de Cesantes, en el municipio de Redondela. En la actualidad, se encuentra deshabitada y es destinada para fines turísticos y culturales.
La isla preside la Ensenada de San Simón, en el extremo interior de la Ría de Vigo, cuyas aguas bañan los municipios de Redondela, Soutomaior y Vilaboa. El conjunto de las dos islas mide 250 metros de largo y 84 de ancho.
A lo largo de su historia, la isla fue empleada como monasterio, lazareto, cárcel y hogar para niños huérfanos. El conjunto de las dos islas principales, la de San Simón y la de San Antón, está catalogado como Bien de Interés Cultural con categoría de lugar histórico desde 1999.
Historia
En la Edad Media, la isla fue un emplazamiento monástico. Prueba de ello es el testimonio del trovador Mendiño, presumiblemente nativo de la zona, que dejó constancia de este hecho en los siguientes versos de su autoría, cuya música, empero, se ha perdido:
Sedia-m’ eu na ermida de San Simión
e cercaron-mi-as ondas que grandes son.
Eu atendend´o meu amigu’! E verrá?
Estando na ermida, ant’ o altar,
cercaron-mi-as ondas grandes do mar.
Eu atenden[d´o meu amigu’! E verrá?]
E cercaron-mi-as ondas que grandes son:
non ei [i] barqueiro nen remador.
Eu [atendend´o meu amigu’! E verrá?]
E cercaron-mi-as ondas do alto mar:
non ei [i] barqueiro ne sei remar.
Eu aten[dend´o meu amigu’! E verrá?]
Non ei i barqueiro nen remador:
morrerei “eu”, fremosa, no mar maior.
Eu aten[dend´o meu amigu’! E verrá?]
Non ei [i] barqueiro nen sei remar:
morrerei eu, fremosa no alto mar.
Eu [atendend´o meu amigu’! E verrá?]
Entre los siglos XII y XIII estuvo habitada por caballeros de la orden del Temple, hasta que su excomunión y disolución deja la isla en manos de la Corona de Aragón, que la dona al Obispado de Tuy en el año 1370 en agradecimiento por su fidelidad. Posteriormente estuvo habitada por monjes franciscanos, de la orden de los pascualinos de San Simón. La Isla de San Simón fue posteriormente escenario y campo de batalla durante las Guerras Irmandiñas (1467-1469). Después de permanecer casi un siglo abandonada, la diócesis de Tuy, que hasta el momento tenía el control político de la isla, se la cede a Isabel la Católica en un acto de agradecimiento por su fidelidad.
La continua ocupación por órdenes monásticas se debía a su atractiva situación geográfica, ya que se encontraba aislada, en un lugar apacible y retirado, idóneo para el estilo de vida monacal y razonablemente cerca del monasterio de Poio, uno de los más importantes de la época.
En 1589, la isla fue saqueada por piratas ingleses, entre los que figuraba el archiconocido Francis Drake. Desde mediados del siglo XVII, la isla permaneció temporalmente abandonada.
La Ensenada de San Simón fue escenario del hito histórico local de la Batalla de Rande, en 1702, cuando una flota angloholandesa trató de asaltar la flota de Indias cargada con las mercancías de casi tres años (tratándose seguramente de diamantes, cacao, maderas nobles y tabaco, además de oro y plata). Ambas potencias, Inglaterra y Holanda, unidas en la Guerra de Sucesión contra la corona de Castilla, eran en la época enemigas de España, la primera potencia mundial de entonces, contra la que arrastraban una hostilidad secular por ser imperios competidores respecto de ella. Los galeones españoles, escoltados por sus aliados franceses, fueron derrotados y saqueados, aunque se logró salvar gran parte de la carga, pues una importante cantidad de oro y plata propiedad de la corona de Castilla ya había sido transportada hasta Madrid semanas antes del enfrentamiento. Se dice, sin embargo, que con el fin de frustrar las expectativas de robo, otra parte de las riquezas fue arrojada al mar. Posteriormente, las tropas de la flota angloholandesa asaltaron múltiples localidades de la Ría de Vigo, con especiales efectos devastadores en Vigo, Cangas do Morrazo, Redondela, Soutomaior y Arcade, lugares que quemaron y asolaron. La Isla de San Simón también se vio afectada por estos actos de destrucción y pillaje.
La ermita de San Pedro que en ella había quedó casi totalmente destruida hasta su posterior restauración en el siglo XIX. Los testimonios elaborados sobre el paradero de las riquezas arrojadas en el suceso son contradictorios, y las numerosas inmersiones realizadas en años posteriores revelaron la inexistencia de oro y de otros materiales preciosos alrededor de la isla.
En 1719 hay noticia de que un almirante Michel, en el marco del ataque inglés contra la villa de Vigo ese año, penetró en la isla, pero no se dispone de suficiente información sobre este hecho para hacer un balance de su importancia. Se hace constar, no obstante, para dar noticia de la implicación de la Isla de San Simón, bien que anecdótica, en los acontecimientos históricos de la época.
Casi un siglo más tarde, al padecer la Ría de Vigo una nueva amenaza, esta vez por parte de las tropas francesas de Napoleón en la Guerra de la Independencia Española, las tropas francesas incendiaron el convento y la iglesia que por entonces había en la isla, y ardieron también todos los valiosos archivos que allí se conservaban.
Toda esta marejada de invasiones y saqueos por parte de piratas y ejércitos enemigos provocó una gran inestabilidad en la comarca, y la isla fue finalmente abandonada.
Décadas más tarde, por Real Ordenanza del 6 de junio de 1838, y de la mano del comerciante riojano Norberto Velázquez Moreno, se procedió a la habilitación y acondicionamiento de la isla para convertirla en una leprosería, para lo que Velázquez Moreno adelantó recursos económicos propios. La mandaron construir en 1842 y allí purgaban sus enfermedades los contagiados procedentes de puertos europeos y del Caribe. En la isla de San Antón estaban los enfermos incurables, mientras que en la de San Simón se albergaba al resto. Dadas las frecuentes cuarentenas a las que debían someterse los navíos de la ruta americana, con el fin de eliminar las numerosas epidemias de cólera y lepra procedentes del exterior, era un elemento indispensable para todo puerto que quisiese entrar en las vías marítimas de recorrido largo, lo que fue un hecho diferencial y vital para la expansión del puerto de Vigo y el establecimiento de las conserveras catalanas, que trajeron consigo nuevas técnicas de organización empresarial y manufacturera.
La leprosería se dejó de utilizar en 1923, si bien no se clausuró hasta 1927, cuando se construyó el puente que une la isla de San Simón con la de San Antón, antes de lo cual, el único medio de comunicación entre las dos islas era el marítimo. En el período de la Guerra Civil y la posguerra, entre 1936 y 1943, la isla pasó a utilizarse como colonia penitenciaria.
El edificio de la antigua leprosería quedó así convertido a albergue de los militares que vigilaban la isla, así como para uso del personal administrativo, de intendencia o enfermería. Para sus nuevas funciones, se construyeron además torres de vigilancia, amén de mejorarse los muros y los accesos.
Fue en 1943 cuando el archipiélago dejó de funcionar como cárcel, sufriendo un paulatino abandono, interrumpido solo en las épocas estivales por los miembros de la Guardia de Franco, con el nombre de Colonia de Educación y Descanso.
La isla fue clausurada temporalmente debido a un accidente naval, pero se reabrió para ser empleada como el Hogar Méndez Núñez para la Formación de Huérfanos de Marineros, que funcionó entre 1955 y 1963.
En marzo de 1975 daba comienzo un litigio entre los ayuntamientos de Vigo y Redondela por la jurisdicción administrativa de las islas de San Simón y San Antón.
El litigio tuvo su primera respuesta institucional en marzo de 1977 a favor de Redondela, basada, principalmente, en el criterio de proximidad.
Vigo mantuvo el pleito judicial, aunque en la Audiencia de Pontevedra, la justicia falló a favor de Redondela. Desde el consistorio vigués se recurrió la sentencia y, de esta forma, llegó al Tribunal Supremo, que ratificó la sentencia anterior de la Audiencia de Pontevedra.
En el año 1999, como ya se ha aludido más arriba, las islas de San Simón y San Antón fueron declaradas Bien de Interés Cultural (BIC) y se comenzó la restauración, con César Portela, en la que se trató de alcanzar una armonía entre la naturaleza (rescatando los jardines y el centenario Paseo dos Buxos, paseo-mirador recorrido de bojes centenarios) y la remodelación de los edificios ya existentes, con un enfoque conservacionista respecto del entorno, procurando impedir y prevenir su deterioro. Además de Bien de Interés Cultural, las islas fueron también declaradas Zona de Especial Protección de los Valores Naturales (ZEPVN) e integradas dentro de la Red Natura 2000.
La recuperación se tradujo en la implementación de auditorio, biblioteca, escuela de mar, hotel, y restaurante a la isla. Entre las diferentes actividades realizadas en ese lugar destacan la celebración de la entrega de los Premios Xerais y del Premio Merlín.
Finalmente, aunque este hecho no es ampliamente conocido, la Isla de San Simón recibe también el nombre no oficial de Isla del Pensamiento en ciertos círculos minoritarios, en el contexto de un proyecto dirigido por Francisco Javier Alonso González, una vez director-gerente de la Fundación Isla de San Simón, que pretendió en su día convertir la patrimonial isla en punto de afluencia e interés para artistas y pensadores. La anunciación del inicio de los trámites para la extinción de esta fundación, dependiente de la Consejería de Cultura, Educación y Ordenación Universitaria de la Xunta de Galicia, fue anunciada el 5 de diciembre de 2012 por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo.
Actualmente, el archipiélago está abierto al público para visita guiada y acoge diversas actividades patrocinadas por la Xunta.
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