El Poblado Castreño de Vigo, situado a 144 m de altura en el Monte del Castro, es un emplazamiento fortificado fundado en la Edad del Hierro tardía, que en el siglo I d. C. llegó a convertirse en la «capital comarcal» del valle del Fragoso, es decir: en el centro político y económico de la región. Constituye el centro de la ciudad en la actualidad y se halla al sur del casco histórico de la misma. Es el poblado castreño más grande del contorno inmediato, y se sitúa sólo por detrás de los grandes oppida existentes en el escenario galaico.
Por su posición estratégica, orientada al mar, desempeñó un papel fundamental como núcleo articulador de los intercambios comerciales, especialmente con Roma y hacia el interior de Gallaecia; además, era el lugar de distribución y redistribución de mercancías a nivel local.
El Castro de Vigo estuvo ocupado desde el siglo II a.C., alcanzando su apogeo en el siglo I d.C. bajo el dominio romano. En el siglo III d.C., sus últimos habitantes se trasladaron al asentamiento (vicus), que se venía desarrollando en los alrededores del Arenal, en el contexto de la nueva sociedad hispanorromana y galaico-romana.
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