Salceda. Senda Fluvial del Río Caselas.

Desde donde estemos, nos dirigimos a Salceda de Caselas, que puede ser un punto de encuentro. Dado que es el centro del pueblo, podemos aprovechar para revisar si tenemos todo lo necesario para la ruta o si necesitamos comprar algo en algún negocio. Una vez listos, nos dirigimos hasta “As Pontes”, donde se encuentra la carretera que divide la senda en dos partes y la Iglesia de Santa María. Por un lado, está el parque etnográfico de los molinos, y por otro, el espacio de Valentín Paz Andrade. Allí podremos aparcar el coche si lo llevamos, ya que hay espacio junto a la acera y un aparcamiento frente a la iglesia. Este será nuestro punto de partida.

Tipo de ruta: Lineal y rural
Longitud: 4 km (ida y vuelta)
Altitud: 53-74 m
Desnivel: 0-15 m
Dificultad: Baja
Duración: 2 h
Peligrosidad: Baja
Recomendaciones: Perfecta en primavera o en épocas en las que el suelo esté seco, ya que tiende a embarrarse. Se recomienda realizarla en horarios donde el sol no sea demasiado intenso.
Apta para todo el público, incluyendo personas con movilidad reducida.
Áreas de descanso: Cuenta con varias zonas de descanso con mesas, bancos y dos fuentes a lo largo de la ruta.

Para comenzar, deberemos cruzar con precaución, ya que pasa una senda ciclista y el paso de peatones no está en la zona.

Si avanzamos, encontramos un pequeño puente de madera en muy buen estado de conservación. Será el primero de varios que atravesaremos en el recorrido.

Primera etapa de la ruta

Continuando el camino, encontramos una zona de merendero con un amplio espacio recreativo, mesas, bancos y parrillas. En este merendero hay un panel informativo con la gran variedad de flora y fauna que se puede encontrar a lo largo de la senda fluvial. También hay una señal indicativa que marca la continuación del camino hacia el Muíño das Covas y el Muíño dos Cregos, o bien de regreso a la zona de “As Pontes”, donde comenzamos.

Seguimos el sendero y llegamos al Muíño das Covas, ubicado en el entorno natural de las Gándaras de Budiño, un espacio de gran valor ecológico y cultural, alimentado por las aguas del río Caselas, que durante siglos fueron fuente de energía para la economía local.

Este molino, de origen medieval, formaba parte de una red de molinos que utilizaban la fuerza de la corriente del río para moler grano, especialmente maíz y trigo, alimentos básicos en Galicia. Su nombre, “Muíño das Covas”, posiblemente proviene de pequeñas cavidades naturales o artísticas formadas por el agua en las rocas del entorno. Aunque estuvo en funcionamiento hasta el siglo XX, posteriormente quedó en desuso y en estado de abandono. Sin embargo, en los últimos años ha sido restaurado para preservar su valor histórico y patrimonial.

¿Sabías que…?
En este molino de herederos también tenían derecho a ocuparlo para su beneficio los «Señores del Pazo Pegullal». Históricamente, existía la llamada «Semana del Marqués», durante la cual los propietarios del pazo tenían derecho exclusivo a la molienda.

Segunda etapa de la ruta

Justo después del molino encontramos el área recreativa «As Covas», que cuenta con un pequeño merendero y parrillas de piedra, por si se quiere encender fuego para preparar comida.

A pocos metros, encontramos el Muíño dos Cregos o Muíño da Laxe. Su nombre hace referencia al hecho de que perteneció a los clérigos, lo que lo vincula con la Iglesia. Como muchos otros de la zona, quedó abandonado con la llegada de la industrialización a Galicia. Sin embargo, gracias a iniciativas de restauración y conservación del patrimonio, muchos de estos molinos se están recuperando para usos turísticos y culturales.

En su lateral hay una piedra con una inscripción que dice:
«El agua es la sangre de la vida que circula por la tierra, cuida sus venas, los ríos.»

Aquí el sendero se interrumpe por una carretera asfaltada. Debemos girar a la izquierda y, tras dos metros, encontraremos la continuación del camino con una señal indicativa.

¿Sabías que…?
Como muchos lugares antiguos de Galicia, el Muíño dos Cregos está rodeado de leyendas. Se dice que los clérigos que poseían el molino utilizaban parte de las ganancias para obras de caridad, ayudando a los más necesitados de la parroquia.

Última etapa de la ruta

Continuando, encontramos el Muíño das Figueiras, que originalmente era un molino de grano, pero en su parte oeste está adosado a un molino de azufre. Su particularidad es que está compuesto por dos molinos y uno de ellos se encuentra a la vista, permitiendo observar el recorrido del agua por la acequia hasta llegar al molino.

Después de pasar los dos postes que impiden el paso de vehículos, encontramos un banco de descanso para hacer una pausa y disfrutar del hermoso paisaje.

Avanzamos hasta una intersección en el camino, donde debemos continuar por la senda principal.

Llegamos a un espacio con un monumento caracterizado por grandes piedras en posición vertical, con láminas de vidrio incrustadas y una inscripción en piedra que dice:

«Que la libertad, la justicia y la democracia iluminen por siempre nuestro camino.»

Este monumento es el Espacio de la Memoria, en homenaje a los canteros de A Picoña y a todas las personas de Salceda que fueron asesinadas, torturadas, encarceladas, expropiadas o que sufrieron represalias por defender el régimen legalmente establecido durante la Guerra Civil y la dictadura.

¿Sabías que…?
En el Espacio de la Memoria están grabados los nombres de los canteros asesinados en 1936.

Unos metros más adelante encontramos el Muíño Marcial o Muíño de Fondóns, y, tras cruzar un puente en buen estado, llegamos al Área Recreativa do Rubal, un amplio espacio con césped y un curioso árbol con un banco debajo. Desde aquí se pueden ver unas pistas polideportivas.

Más adelante, encontramos un parque biosaludable al aire libre con aparatos de ejercicio y una caseta de madera, que posiblemente se use como bar en determinadas épocas del año.

¿Sabías que…?
Este parque biosaludable es ideal para desconectar y disfrutar de la naturaleza. Aquí, con la luz solar directa, es común ver mariposas y otros insectos revoloteando.

Siguiendo el sendero, nos rodea un paisaje encantador con el canto de los pájaros y la luz del sol filtrándose entre las ramas de los árboles.

Nos encontramos con otra pasarela de madera en buen estado, junto a un parque infantil y una hermosa laguna. Hay también un merendero con mesas, bancos y parrillas de piedra.

Poco después, pasamos junto a un campo de fútbol. El camino es de tierra y piedras pequeñas, casi completamente llano, por lo que es una ruta sencilla. Se recomienda llevar un calzado cómodo.

En los últimos 150 metros, el sendero discurre junto a un muro con una lona plástica que separa un jardín privado. Cruzamos la carretera con precaución para llegar al último molino de la senda: Muíño do Pito.

¿Sabías que…?
En este último merendero hay una charca con ranas. Si te quedas en silencio, podrás escuchar su canto.

Esta senda es perfecta para los amantes de la naturaleza, con su combinación de historia, paisajes y tranquilidad, ideal para una excursión en cualquier época del año.

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